FRATERNIDAD PARA SANAR EL MUNDO
Del 8 al 15 de septiembre, con motivo del 150 aniversario de la consagración del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús, la ciudad de Quito fue protagonista de un evento extraordinario: el 53° Congreso Eucarístico Internacional, con el tema “Fraternidad para sanar el mundo".
Una delegación de nuestra Familia Religiosa, proveniente de comunidades cercanas, tuvo la alegría y el privilegio de participar en las jornadas de alegría, celebración, oración y reflexión.
La elección de Quito fue significativa: situada en la "mitad del mundo", el Ecuador, a 2800 m sobre el nivel del mar pero con el objetivo de abrazar tanta pobreza desde abajo, la ciudad también es llamada la "pequeña cara de Dios". Ese rostro que Jesús nos mostró en la Eucaristía y nos regala continuamente.
La Eucaristía es vínculo de fraternidad y para los cristianos, como indica el cardenal Porres Cardozo, legado papal, "la fraternidad no es una opción, sino un imperativo evangélico, es el vínculo de unión entre los seres humanos como expresión de una auténtica filiación, del respeto de la dignidad de la persona, de la igualdad de derechos y de la solidaridad de uno hacia el otro, de una familiaridad radical con la paternidad creativa y la maternidad consoladora".
Monseñor Alfredo José Espinoza Mateus, arzobispo metropolitano y primado del Ecuador, propuso con entusiasmo un valiente desafío a los 25 mil fieles reunidos en la explanada del parque Bicentenario: “reflexionar y vivir el gran misterio de la Eucaristía nos empuja a ser verdaderos constructores de fraternidad a sanar las heridas del mundo y nos compromete a ser auténticos hermanos en un mundo de violencia, de muerte, de guerras; no un mundo que une sino que divide, un mundo que transforma al hombre en enemigo y no en hermano".
Fraternidad para sanar al mundo, como granos de trigo que, molidos, juntos se convierten en pan: un desafío que queremos asumir como cristianos, como hombres y mujeres amados por el Señor Jesús, como Hermanas Sacramentinas.